Teoría General de los Sistemas (TGS)
La Teoría General de los Sistemas fue desarrollada por el biólogo austro-canadiense Ludwing Von Bertalanffy en 1968. Basado en la concepción de que el mundo conceptual no puede ser isomórfico con la realidad, Bertalanffy propone encontrar correspondencias entre los sistemas que se generan en la conceptualización de la realidad.
La T.G.S. se nutrió de grandes teorizaciones. Entre ellas la Teoría de la Comunicación de los norteamericanos Shannon y Weaver (1949). Sin embargo, sólo con el concepto de retroalimentación de la cibernética pudo salir del mundo lineal en que se concibió.
Otra teoría de la cual se nutrió fue la generada por el biólogo, antropólogo y epistemólogo Gregory Bateson (1956), quien propuso la noción de contexto como elemento fundamental de toda comunicación y significación, pues cada fenómeno tiene su importancia dentro del contexto en que se produce. El aprendizaje, por ejemplo, será entonces por Bateson concebido “en contexto”, es decir, como un producto del intercambio entre el individuo y el ambiente.
Bateson es quien, junto con un grupo de investigadores de Palo Alto, toma la iniciativa de introducir la Cibernética a las Ciencias Sociales. Interesado en formular una teoría de la comunicación en los animales (tenía en mente una teoría general de la comunicación) organiza un grupo integrado por John Weakland, Jay Haley, Virginia Satir, Jules Riaskin, William Fry, Paul Watzlawick y luego Don Jackson. Surge entonces el M.R.I. “El M.R.I. o grupo de Palo Alto se convierte en uno de los principales centros de investigación, formación y asistencia en el campo de la teoría familiar”[1].
Dentro de este grupo, Watzlawick, Beavin y Jackson desarrollan la Teoría de la Comunicación Humana y plantean axiomas sobre ella. En general estos científicos comparten la concepción de que la comunicación es, “...un proceso social permanente que integra múltiples modos de comportamiento, la palabra, el gesto, la mirada, la mímica, el espacio interindividual, etc.”[2]. Estos autores serían los cimientos de una revolución que modificaría el rumbo de la Psicología Sistémica y daría inicio a las Teorías de las Redes Sociales entre otros avances. Esta revolución se terminó de plasmar en el paradigma de la segunda cibernética.
La segunda cibernética surge del biomatemático y filósofo Heinz Von Foerster y los biólogos chilenos Humberto Maturana y Francisco Varela. Para Von Foerster, “la reintroducción del observador, la pérdida de la neutralidad y de la objetividad, son requisitos fundamentales para una epistemología de los sistemas vivientes”[3]. Modificará entonces la frase de Korszybski: “el mapa no es el territorio” (cibernética de primer orden), por: “el mapa es el territorio” dando cuenta de lo anterior.
De esta manera la cibernética se transforma en cibernética de la cibernética, el estudio del observador observando su propia observación. Desde esta postura no somos descubridores de un mundo exterior a nosotros, sino inventores o constructores de la propia realidad. Von Foerster dirá “hay efectivamente un continuo proceso circular y repetitivo en el que la epistemología determina lo que vemos, esto establece lo que hacemos; a la vez nuestras acciones organizan lo que sucede en nuestro mundo, que luego determina nuestra epistemología”[4]. El ser humano, determinado estructuralmente, sólo podrá responder desde esa estructura y lo externo sólo puede provocar cambios estructurales determinados en él.
Sin embargo, Von Foerster desarrolla, también, junto a Maturana la noción de acoplamiento estructural; dice Jutoran al respecto: “la noción de acoplamiento estructural es fundamental pues refiere a la dinámica que hace posible que ser vivo y medio, aunque sistemas determinados en su estructura, cambien estas estructuras de manera coherente, de modo que el ser vivo mientras vive genera conductas concordantes con el medio”[5].
Este gran desarrollo científico y epistemológico concluyó en el construccionismo que promueve el abandono del paradigma de la objetividad y propone una epistemología de la complejidad abriéndose de la individualidad a lo social, de la parte al sistema, del sujeto pasivo al sujeto activo partícipe de la construcción social, de la realidad cotidiana.
[1] JUTORAN, Sara. El proceso de las ideas sistémico-cibernético. (En prensa), p. 3.
[2] WATZLAWICK, P., BEAVIN, J., JACKSON, D. Teoría de la comunicación Humana. Editorial Tiempo. Buenos Aires, 1967.
[3] VON FOERSTER, H. Las semillas de la cibernética. Citado por NAJMANOVICH, Denise. Redes, El lenguaje de los vínculos. Editorial Paidós. Buenos Aires, 1995, p. 63.
[4] Ibíd. P, 64.
[5] JUTORAN, Sara. Opus cit., p. 4.
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